Maya Origins

Maya la Estrella Verde

Introducción por Amaya Hunab

 

He estado reflexionando mucho sobre la idea de identificarse con un nombre. Hunab es el nombre que, en un momento muy preciado de mi existencia, elegí portar para representar aquello que anhelaba encarnar: una conciencia más vasta, más íntegra, más allá de los límites que “Luis” (mi nombre de nacimiento) había representado hasta entonces.

Las circunstancias de mi vida me llevaron a indagar en los secretos de la existencia desde una edad temprana. La muerte, encarnada en la pérdida de un ser amado, fue mi gran maestra. Gracias a ella, llegué a textos, símbolos y prácticas desconocidas en la cultura popular que me rodeaba.

Comencé a creer que las palabras tienen el poder de sellar la realidad. Un sello no solo define lo que se ve, sino lo que representa, su esencia y su propósito.
Un nombre es un sello.
Y nuestro nombre cuenta nuestra historia; aquello que creemos ser.

Amaya es mi apellido, y solo recientemente lo he re-adoptado para integrar el ciclo al que pertenezco como humano. Es mi linaje paterno, ese que me encuentro sanando y reescribiendo para sentir que limpio y expando mi legado.

¿Qué legado?

Un legado cultural, en primera instancia: las historias y mitos de las tierras donde nací. Despertar en un mundo tecnológico me permitió acceder a la cultura global, a las narrativas de todos los pueblos, y a los símbolos que los unen. Todo ese misterio vinculado a la muerte me llevó, inevitablemente, a la civilización Maya. Siempre sentí en ella un eco profundo de mi propio sello: Amaya.

Más allá del contexto histórico que cargo por nacimiento, existen las causalidades: eventos que pulen el mineral bruto que soy. Cada uno de ellos suma capas al significado de "Luis", "Hunab" o "Amaya".

Y entonces llegó la música.

La musa excéntrica y misteriosa, escondida en la matriz del Universo, revelada en silencio por corazones despiertos. En ella, como en la luz, resguardamos información, la transmitimos, la transformamos.
La música la hemos hecho memoria viva: canciones de cuna, cantos tribales, himnos modernos... cápsulas de tiempo que guardan lo invisible.

No es casualidad que haya elegido el camino del arte y de la música.
Quería recordar las historias de la humanidad y convertirme en parte de ellas.

Y tras años de caminar una odisea existencial en un mundo confundido, donde el poder de la música para transformar la conciencia es ignorado; tras historias personales que me confrontaron con la crudeza y la extrañeza de lo humano, llegó un momento inevitable:

Soltar.

Volver a comenzar, honrando incluso mi imperfección como hombre.
Volver a Ser, quizás solo necesitaba recordarlo.

Hacer terapia en distintos formatos se sentía como ejercitar un cuerpo aún intoxicado. Hasta que ella llegó a mí:
La imaginación como medicina.
La ficción como vía de transformación.
El mito como espejo.

Vivo en un centro geográfico de inspiración única. El Caribe me acerca a los Mayas, y esa palabra me estremece. Era cuestión de tiempo para que mi corazón tomara el mando y accediera a la imaginación como recurso terapéutico.
A pesar de haber escrito ya tres libros (uno de ellos reservado para mis propios registros), aún no me había permitido tejer una novela que uniera mis emociones con mis anhelos, mis vivencias con mis visiones tecnológicas.

Así nació Maya, con el sello de "ficción", pero tejida con hilos verdaderos.

Como la mayoría de las historias y mitos escritos en este planeta, Maya es un personaje creado con la intención de recordarnos el valor de la vida y los ecos sagrados de la memoria.

Seguí los pasos de hombres y mujeres que supieron alquimizar su vida a través del mito. Me inspiraba ver cuán poderosa puede ser la influencia de un personaje arquetípico en la cultura…
Una de las pocas formas de trascender la muerte.

Y sí, escribir esta novela ha sido el gesto de mayor esperanza que me he regalado a mí mismo.

Maya es, como todo personaje creado con el alma, un ser que anhelo emular.
Es aquello que aún no puedo ser, pero que ya vive en mí como una luz guía.
Un reflejo imposible, un ideal tal vez inalcanzable, y sin embargo, el mapa interno que me invita a avanzar en la senda ciega de la existencia.

Elegí que representara lo mejor de mí. Y lo mejor de mí es, al final, lo mejor que cualquier human@ puede ofrecer.
Yo solo soy una réplica más de nuestros ancestros, repitiendo canciones antiguas en nuevos tonos.
El lienzo es el mismo, la composición también.
Solo cambia la paleta de colores.

Haber tocado un solo corazón, siendo "Amaya", "Hunab" o cualquier nombre que elija, sería suficiente para honrar a la orquesta del cosmos.

Maya, como personaje, es una estrella verde porque no existen estrellas verdes en el universo observable. De entre billones que hemos catalogado, no hay una sola que brille en verde.
Maya está destinado a inspirar la búsqueda de "casa", es decir, de identidad.
Un recordatorio de que el hogar está dentro, y no fuera.
Que de luz estamos hechos, y en luz podemos continuar.
Que ser humano es uno de los actos más valientes que la luz ha intentado para encontrar nuevas formas de existir.

Esta historia es una, y muchas.
Un punto infinito en la rama de la creación.
Una extensión de un mismo sentimiento.

Gracias por ser parte de ella.

– Amaya Hunab

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